Temporada de lluvias, ¿temporada de inundaciones?
- Daniel Prigadaá Sedano
- 1 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 4 días
Aunque las condiciones climáticas varían en cada región de México, en términos generales, la
temporada de lluvias inicia entre mayo y junio, alcanza su punto máximo en julio y agosto, y
finaliza entre septiembre y octubre.
Según información del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), las lluvias se distribuyen así:
Centro, sureste y occidente: precipitaciones frecuentes de junio a septiembre.
Norte del país: lluvias escasas entre julio y agosto.
Baja California y Sonora: lluvias poco frecuentes durante todo el año.
Además, fenómenos como la temporada de huracanes y eventos climáticos como El Niño o La
Niña pueden intensificar o reducir las precipitaciones.
Esta época suele ser caótica para muchas ciudades. Las lluvias pueden provocar inundaciones
en vialidades e incluso en colonias enteras. Los daños son, en ocasiones, incalculables: pérdida
total de vehículos, bienes materiales o incluso vidas humanas.
¿Por qué se inundan nuestras ciudades?
Entender las causas de las inundaciones es complejo. Como ciudadanos, solemos atribuir la
culpa al gobierno, a la falta de mantenimiento o a hábitos como tirar basura en la calle.
La realidad es que cada ciudad es distinta y única en condiciones geográficas, históricas,
culturales y económicas.
Por ejemplo, la ciudad de Puebla se fundó en 1531 entre los ríos Atoyac y San Francisco, cuya
agua era vital para el consumo humano, el riego y otras necesidades. En 1963, el río San
Francisco fue entubado, con la intención de modernizar la ciudad y resolver problemas de
salud pública. En esa franja se construyó el actual Boulevard 5 de Mayo.
En 2012, se renovó la superficie del boulevard con concreto hidráulico en un área de
29,365 m². Actualmente, en temporada de lluvias, esta zona se inunda recurrentemente. El 5
de agosto de 2023, se reportaron autos varados y peatones atrapados. Algunas fotografías de
ese día muestran que el nivel del agua llegó hasta las ventanillas de los vehículos, lo que
sugiere inundaciones de hasta 60 cm.
¿Qué está fallando?
¿Fue un error construir junto a un río? ¿Fue un error entubarlo? ¿Falta mantenimiento? ¿Falló el diseño del boulevard y su drenaje?
Probablemente sea una combinación de todos estos factores. Desde un punto de vista técnico, para reducir el riesgo de inundaciones, es necesario realizar un estudio hidrológico que determine los volúmenes de agua de lluvia que una zona puede recibir. Este estudio incluye un parámetro clave: el período de retorno, que ayuda a estimar la magnitud de una lluvia extrema en un intervalo de tiempo.
Entonces, surge la pregunta: ¿Deberíamos diseñar el drenaje considerando la peor lluvia de los últimos 50, 100 o 500 años?
Si diseñamos un drenaje capaz de soportar la tormenta más intensa en 500 años, es muy
probable que no haya inundaciones. Pero también es probable que el costo de construcción
sea tan alto que no sea viable. Por eso, en el diseño hidráulico se busca un equilibrio técnico y
económico, con base en la probabilidad estadística.
¿Y ahora qué?
Es evidente que mucha de la infraestructura urbana no fue diseñada para el crecimiento que
nuestras ciudades han experimentado. Por ello, es responsabilidad de los gobiernos dar mantenimiento y modernizar nuestras redes de drenaje. Aunque estén enterradas y no se vean, son infraestructura crítica para nuestra calidad de vida.
Pero también es cierto que los ciudadanos tenemos una responsabilidad: no tirar basura en
las calles ni obstruir el sistema de drenaje. Un colector o coladera tapada por desechos es
responsabilidad nuestra.
Tal vez no podamos cambiar la infraestructura de inmediato, ni transformar la cultura urbana
de la noche a la mañana. Pero podemos empezar por hacer lo que nos toca como ciudadanos.